
Estados Unidos es uno de los países donde el fenómeno de la migración constituye un factor esencial de su historia. Desde sus inicios, su población ha sido conformada por personas de diferentes orígenes, culturas y etnias. De hecho, actualmente la población de origen autóctono puro escasamente llega a un 2% del total de la nación.
Hasta 1960 el porcentaje mayoritario de inmigrantes provenía de Europa, sin embargo, en los últimos 50 años, la mayor parte de los migrantes son originarios de Centro y Sudamérica, siendo un grupo considerable no documentados, en atención, entre otros factores, a la enorme brecha económica y social entre el país del norte y las naciones latinoamericanas.
Es difícil saber a ciencia cierta qué porcentaje de la población migrante está indocumentada, precisamente porque se trata de personas que no responde encuestas y trata de “sumergirse” para no ser detectado por el sistema, pero las estadísticas indican que en los Estados Unidos viven entre 10.500.000 y 12.000.000 de inmigrantes ilegales, los que representan aproximadamente un 3.5% de la población total.
La percepción de la opinión pública, vinculada al conservadurismo más radical, ha declarado que estos flujos migratorios indocumentados tienen consecuencias económicamente negativas en los Estados Unidos, dicho de otro modo, existe la idea de que los inmigrantes ilegales afectan negativamente los niveles de salario y tasas de empleo de los trabajadores autóctonos, y que constituyen una carga para el gobierno.
Sin embargo, esta opinión no es correcta, pues estudios empíricos han concluido que la inmigración ilegal en los Estados Unidos es altamente positiva para la economía local, por las siguientes razones:
LOS INMIGRANTES ILEGALES ROBUSTECEN LA ECONOMÍA. Las personas no documentadas contribuyen con un porcentaje cercano al 4% en el pago de impuestos, sea por la vía de adquisición de bienes o pago de taxes correspondientes a sus salarios. Los nuevos habitantes que llegan a Estados Unidos necesitan comida y un lugar donde quedarse, generan consumo de productos básicos, haciendo crecer los negocios locales. Los inmigrantes mexicanos por ejemplo, contribuyen en un 4% al producto interno bruto (PIB) de los Estados Unidos. Si se incluye a los mexicanos de segunda y tercera generación, su contribución llega al 8% de PIB de la nación. Y esto, a pesar de que representan solo el 60% de los trabajadores indocumentados del país.
AYUDAN A LA GENERACIÓN DE NUEVOS EMPLEOS. Según un estudio realizado por BBVA acerca de la migración ilegal mexicana en Estados Unidos, los migrantes ilegales acceden fundamentalmente a empleos más básicos, como manufactura, cocina o aseo, provocando que los trabajadores nacionales con igual nivel de instrucción “asciendan” a labores superiores, de comunicación con el cliente o de supervisión, con el correspondiente aumento salarial.
Dicho estudio también concluye, que los inmigrantes ilegales no llegan a competir con trabajadores nacionales en la obtención de empleos, sino que los complementan, dado que el trabajador nacional, aún con nivel bajo de instrucción, maneja una ventaja comparativa: el inglés.
Otros estudios demográficos muestran que existe muy poca relación entre la presencia de inmigrantes ilegales y las tasas de empleo y salarios de los trabajadores autóctonos, comparando los salarios medios en ciudades norteamericanas con un alto flujo inmigratorio con los salarios medios de otras ciudades del mismo país con escaso flujo migratorio. Es decir, el inmigrante ilegal afecta poco o nada los salarios y los empleos tanto en ciudades con alta migración como en ciudades con baja migración.
LA INMIGRACIÓN, INCLUSO LA ILEGAL, AYUDA A TRAER LOS MEJORES TALENTOS. Muchos inmigrantes indocumentados constituyen capital humano de gran calibre, letrados, altamente calificados, y lo más importante, GRATIS, porque los Estados Unidos no han gastado un solo dólar en su educación. Un médico de la India, un contador de Siria, un ingeniero de Venezuela, un arquitecto de Haití, o una abogada de Chile, son algunos ejemplos de cómo muchos migrantes llegan a los Estados Unidos a contribuir con sus conocimientos y experiencia. Engrosan la lista Albert Einstein, físico alemán; Sergei Brin, ruso, cocreador de Google; Isabel Allende, escritora chilena; Madeleine Albright, checa, Secretaria de estado de EEUU; Oscar De La Renta, diseñador dominicano; todos ellos han hecho de los Estados Unidos, la gran nación que es hoy. Este factor es tan obvio que la industria tecnológica y científica en los Estados Unidos, que es uno de los sectores que más se beneficia del talento extranjero para mantenerse al día con las tendencias globales, por décadas han hecho lobby frente a los gobiernos de turno para promover políticas migratorias atractivas.
ESTADOS UNIDOS NECESITA MÁS POBLACIÓN. Contrario a lo que se cree, actualmente Estados Unidos enfrenta un bache demográfico, lo cierto es que la población del país está envejeciendo y la tasa de natalidad va en franco descenso, por lo tanto, los inmigrantes ilegales jugarán un rol esencial en el futuro. Mientras la generación del baby boom se mueva gradualmente hacia el retiro, los inmigrantes y los hijos de esos inmigrantes asumirán un rol crítico en generar productividad. Como lo asevera el New York Times en un estudio sobre migración ilegal, “Si se debe temer a algo, no es a una horda de trabajadores que están listos para saltar la frontera. El principal problema migratorio de Estados Unidos, pensando en el futuro, es que haya escasos inmigrantes poco calificados que quieran cruzarla.”
Por estos días, se tramita en el Congreso el Proyecto de Ley de Migración presentado por la administración Biden, que busca darle reconocimiento legal y ciudadanía a los más de 11 millones de personas que viven en este país y que, como ya sabemos, contribuyen positivamente a su economía. De prosperar, todos aquellos que han contribuido por años pagando impuestos y generando riqueza, recibirán a cambio derechos sociales y previsionales y el reconocimiento de ciudadanos.